—por
John Montañez Cortez—
Una
invasión — Trascendidos policiales, es uno de los relatos
pertenecientes al libro Una magia modesta
(colección andanzas, TusQuets editores, 1998); en ella el extraordinario
escritor argentino pone de manifiesto, una vez más, su talento narrativo donde
mezcla el realismo con lo fantástico.
La primera mitad del cuento se materializa
como la típica hardboiled fiction,
versión argentina. En el bar de Cevallos
y Moreno, el subcomisario Julio Bruno y el subcomisario Horacio Ruzo Camba
libran una batalla de desprestigio verbal mutuo —“ventilando trapos sucios”—
para dar respuesta al “egoísmo de los jefes”, por ser ellos los únicos que aún
no han sido ascendidos. La descripción que Bioy Casares da a los personajes es
tan directa como efectiva:
“[…] Ruzo Camba, un hombrón de
cara lisa y enorme, con una propensión a desparramar su cuerpo en las sillas.
Al hablar mostraba una dentadura despareja y se veía que mascaba tabaco.”
“[…] —dijo Bruno.
Tenía los ojos de una tonalidad
clara, apretaba los dientes y su expresión era de odio.”
Adolfo Bioy Casares |
Recordando sus casos policiales —y en la
segunda parte del cuento—, los quejambrosos de la “Policía Federal”, hacen
desplazar al lector por la geografía bonaerense:
“Cerro Catedral”
“la estación Botánico del
subterráneo”
“esquina de Belgrano”
“el Bajo”
En la segunda parte de este cuento corto, Bioy
Casares se adentra en el mar literario donde le fascinaba nadar a sus anchas,
lo fantástico. Fue entonces cuando Ruzo Camba, utilizando su “olfato
profesional”, tuvo una revelación:
“el territorio nacional estaba
siendo invadido, por increíble que parezca, por hombres y mujeres
artificiales.”
Adolfo y Silvina |
Después de hablar con Bruno decidieron dar
parte a la superioridad. Al vencer la incredulidad inicial, los comisarios
Palma y Bernárdez decidieron aniquilar a los invasores asignándoles a Ruzo y
Bruno, sendos grupos de agentes. La efectiva carnicería les valió el tan
codiciado asenso. La orden del comisario Bernárdez pone de manifiesto el lado
conservador de Bioy Casares:
“—No te olvides de que no se
trata de matar gente, sino engendros que no nacen de la unión de padre y
madre.”
El final se define con un comentario del cabo
Luna, del escuadrón del propio Ruzo Camba, donde el autor aprovecha para dar
una opinión política:
“No se lo diga a nadie, pero
tengo la impresión de que la República se estableció y progresó como nunca,
justo en los años en que los hombres artificiales nos visitaron.”
Silvina Ocampo |
Adolfo
Bioy Casares nació en Buenos Aires en 1914. En 1940 apareció La invención de Morel, que hoy es ya un clásico de la literatura
del siglo veinte. Bioy Casares frecuentó las literaturas fantástica, policial y
de ciencia ficción, se debe mencionar su gran amistad con Jorge Luis Borges,
con quién colaboró literariamente en varias ocasiones. Bioy Casares trabajó
varios relatos policiales bajo diversos seudónimos, el más conocido fue el de
Honorio Bustos Domecq. Bioy Casares y Borges dirigieron para Emecé la célebre
colección de novelas policiales El
séptimo círculo. En 1940 se casó con Silvina Ocampo, también escritora y
pintora.
Hola John!
ReplyDeleteComo argentinos nos da mucho placer encontrar tan buen artículo sobre Bioy y a Borges en la columna.
Te comentaremos en la Blogoteca.
Un afectuoso saludo.
Muchas gracias a HogarCRECER por su amable comentario. Los felicito por la importante labor que realizan con los discapacitados... saludo cordial
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