-Alberto Hernández-
—El mundo es una metáfora, Kafka Tamura —me dice Oshima al oído—.
Pero ¿sabes? Tanto para ti como para mí, esta biblioteca es lo único
que no es la metáfora de nada. Esta biblioteca es sólo esta biblioteca.
Eso quiero que quede bien claro entre nosotros.
Haruki Murakami.
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En efecto, el mundo es una metáfora, una extraña metáfora que en Kafka en la orilla (Círculo de Lectores, Barcelona, España, 2002) encuentra explicación en el viaje de Kafka Tamura, basado en imágenes que tienen su origen en mitos y realidades extravagantes.
Metáfora que se adhiere al significado de liberación, de escape del gueto de aquella Praga donde el joven Kafka sufrió los rigores del padre/gobierno, del gobierno/padre. La metamorfosis sufrida por Gregorio Samsa se podría explicar en la huida de Tamura (capítulos impares), quien asume el apellido del autor checo, el cual significa “Cuervo”, imaginario y asistido personaje juvenil que habita en la agitada vida del también adolescente de 15 años, protagonista de esta obra que ha dado mucho de qué hablar. Los cambios que sufre Kafka Tamura están centrados en la maldición de su padre, quien lo marca con que será asesinado por su mano y se acostará con la madre. Edipo prefigurado, añadido por un referente que se hace visible en la historia alterna de Satoru Nakata.
Es una novela contada en dos espacios que no se tocan. Dos historias que se acercan sólo a través de una línea imaginaria. La vida de Tamura y la de Satoru, dos paralelas hacia un estadio donde la incertidumbre y la tragedia configuran un final trágico y onírico.
—¿Y cómo se llamaba la canción?
—Kafka en la orilla del mar —dice Oshima.
—¿Kafka en la orilla del mar?
—Sí, Kafka Tamura. El mismo nombre que tú. Una curiosa coincidencia.
—No es mi nombre real. Aunque Tamura sí que lo es.
—Pero has sido tú quien lo ha elegido, ¿no es así?
Asiento.
He sido yo quien lo ha elegido y, además, hacía mucho tiempo que había decidido llamar así a mi nuevo yo.
—Y eso es lo que importa —dice Oshima.
Así leemos en la página 207, donde se inserta la reciente identidad del personaje a través de la explicación a su amiga la bibliotecaria.
Pero también se trata del título de un cuadro que Tamura vio en la oficina de la mujer que resultó ser su madre, la imagen de Electra.
Tamura vaga con “el joven llamado Cuervo”, subtítulo de esta obra de Murakami. Con este “Kafka”, el personaje del escritor nipón viaja de un extremo a otro de Japón para encontrarse con su sino: la realización de la maldición del padre. Se instala en una biblioteca donde encuentra refugio en una mujer, quien resulta ser la madre, y con la que se cierra el círculo de la profecía: se acuesta con ella. La señora Saeki, que así se llama la mujer, quien hasta la última página de la novela aparece como la voz que conduce a Tamura a un “mundo nuevo”, luego de despertar de un largo sueño.
Oshima, personaje travestido, el más próximo a Tamura, y quien atiende el servicio de la biblioteca de Takamasu, define la movilidad de quien está a punto de perder el mundo real:
—Por más que huyas, no vas a ninguna parte.
—Es probable.
—Parece que has madurado —dice.
Sacudo la cabeza. No me salen las palabras.
Oshima se da algunos golpecitos en la sien con la goma de la punta del lápiz. El teléfono empieza a sonar, pero Oshima lo ignora.
Se trata de la despedida. Desde ese punto Tamura desaparece en ese mundo nuevo que advirtió la señora Saeki, sombra de muerte que arrastra el complejo que el psicoanálisis tomó como base para sus estudios junto con el de Electra, mencionado en la página 232 para criticar el carácter “macho machista” de la tragedia de Sófocles.
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Primera edición japonesa 2002 |
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La historia de Satoru Nakata (capítulos pares), un hombre de 60 años, pasó por la experiencia de un coma colectivo, luego del cual perdió la capacidad lectora y la inteligencia. No obstante, habla con los gatos. En su travesía se tropieza con un personaje paradigmático, Johnny Walken (alusión al personaje del whisky, pero con una letra trastocada). Walken, personaje cruel y criminal, experto en matar gatos, es asesinado por Nakata, quien representa al padre de Tamura (por transferencia se cumple la profecía). Nakata, en consecuencia, será parte del otro yo de Kafka Tamura.
Este es un libro que vale la pena leer. En él hallaremos absurdos deliciosos, historias inexplicables que nos acercan al surrealismo, a una suerte de “realismo mágico” manejado con una naturalidad sorprendente en medio de eventos tan reales como la respiración.
Este es el libro de una metáfora que nos sacude entre la realidad y un mundo realmente nuevo, escabrosamente nuevo.
Para este lector se trata de la mejor novela de este japonés quien ya está en la lista de obtener el Premio Nobel de Literatura.