Ray Bradbury (1920-2012) |
Definitivamente
los interesantes programas radiales de NPR enseñan y culturizan pero también
están obligados a diseminar la realidad, lo cual a veces conlleva a noticias
tristes. Hace pocas horas, tan pronto encendí el coche quedé enganchado con lo
que la locutora —en un perfecto inglés neutro— decía:
Lennox McLendon/AP |
“En 1932, un joven se abrió paso a través de una
feria. Se detuvo cautivado por lo que vio, un mago que se hacía llamar El señor del tubo eléctrico estaba en el escenario sosteniendo una
espada con electricidad viva, cuando el hombre vio al niño lo señaló con la
espada y le dijo: vivirás para siempre.
Unos ochenta años más tarde, ese niño ha muerto, pero las historias que
escribió durante su destacada vida, con toda seguridad vivirán para siempre,
como Crónicas marcianas y Fahrenheit 451. El escritor Ray Bradbury murió anoche
tras una larga enfermedad, tenía noventa y un años”.
La increíble
imaginación de Bradbury fue alimentada desde muy niño gracias a voraces lecturas
de autores como Jules Verne y H.G. Wells, entre otros, pero más que todo Ray
Bradbury es conocido por su obra futurista a pesar de su desagrado por las
máquinas; nunca llegó a usar computadoras o manejar vehículos. En una ocasión
le dijo al diario The New York Times
que la Internet no tenía sentido. Y no fue hasta el año pasado que Bradbury a
regañadientes cedió a las exigencias de su editor de liberar a Fahrenheit 451 como libro electrónico.
Bradbury dejó
su marca en el mundo literario con Crónicas
marcianas, una colección de historias cortas publicadas en 1950. Durante el
apogeo de la Amenaza Roja, salió una llamarada de advertencia sobre la censura
con su obra maestra Fahrenheit 451, y
así lo hizo en una revista nueva y controvertida: Playboy. La historia fue publicada después como novela y en 1966 el
director francés Francois Truffaut presentó al público del cine esta extraña sociedad
creada por Bradbury: una sociedad en la que
los bomberos queman libros para mantener a las masas ignorantes por completo,
pero no pudieron extinguir su curiosidad.
“Fahrenheit 451 is the temperature at which book
paper catches fire and starts to burn,” explica el bombero Guy Montag.
Escena de la película de François Truffaut |
A los 80
años, Bradbury sufrió un derrame cerebral el cual no le permitió seguir
escribiendo. Estaba tan seguro de que la humanidad podría aterrizar en Marte,
que pidió ser enterrado allí. Esto puede que nunca ocurra, pero no le impidió
creer que era posible.
Cuidaremos los preciados libros del fuego, descansa en
paz Ray Bradbury…
John Montañez Cortez - Miércoles 6 de Junio de 2012.
John estoy completamente de acuerdo contigo, tuve la suerte de que me mandarán leer Fahrenheit 451 en el instituto y la verdad es que me encantó.Bradbury uno de los grandes, sin duda. Gran post. Saludos.
ReplyDeleteRamon
Gracias Ramon, saludos...
DeleteMuy interesante el post, y que bueno coincidir, es uno de los màs maravillosos escritores que he leìdo...He aquì unas palabras...
ReplyDeleteBradbury viajó a Marte
Rolando Gabrielli
Danny Karapetian tiene nombre de personaje de Marte, y esta mañana me enteré por él de que su abuelo, llamado Ray Bradbury, viajó finalmente a Marte, como era su deseo, reposar para siempre en su planeta favorito. Lo dijo en una de sus declaraciones, cuando vivía en la Tierra, porque Ray Bradbury, maestro de la ficción poética, nostálgica y futurista, partió hoy a los 91 años, pero su imaginación ha quedado intacta en sus grandiosos libros.
Seguramente tenía preparado un cohete en alguna de las calles de Los Ángeles para dirigirse a descansar para siempre, su adorado planeta rojo, lleno de esperanza y alejado del torturante mercado global, mediático y rampante consumismo. Exento de las pobres guerras humanas y libre de libertad.
Todo ocurrió tal vez en Los Ángeles hoy, como en enero de 1999 y la atmósfera la describió el propio Ray Bradbury en sus famosas Crónicas marcianas en 1950, en el breve relato “El verano del cohete”, que abre uno de sus libros más enigmáticos y sorprendentes. No sé si habríamos de recordarlo, quizás su intención sólo fue desaparecer como llegó al mundo, sin más valija que sus propias palabras ya escritas para que siguiéramos soñando con aventuras y conquistas de otros mundos, como de nosotros mismos.
Siempre me dio la impresión de que era un hombre discreto, no veía televisión cuando la caja idiota vivía el esplendor de todo nacimiento; él, como autodidacta, se había hecho en las bibliotecas públicas de Nueva York; ahí, leyendo, se formó, educó y transformó en el gran escritor que siempre fue. Nunca se identificó con Internet y expresó su adhesión total al libro impreso. En Fahrenheit 451 nos hizo una severa advertencia sobre la quema de libros, tan proclive en las dictaduras. Tiempo después advirtió algo que ocurre en nuestros tiempos, ya no hace falta quemar libros, se le está enseñando a la gente a no leerlos.