Salto del Tequendama, Cundinamarca, Colombia (Foto FranciscoA. ZeaB.) |
Ferney Roldán trató con desespero de agarrase de
algo pero solo encontró el vacío del Salto del Tequendama. Su cuerpo giró en el
aire y vio alejarse las rocas oscuras de la pared. Era el fin, caía al abismo.
El pánico paralizó su sangre y su pensamiento.
Imágenes de su vida desfilaron como instantáneas
frente a él:
Niños que corren tras unas tapas en una calle
polvorienta al lado de un rancho de latas, desde donde su padre lo llama con
los ojos bien abiertos y una correa en la mano.
La sonrisa temblorosa de su madre que lo invita a
rezar junto a una veladora.
La gallada en el parque junto al poste de la luz y
Yuliana que pasa por el andén en un vestido corto de flores y lo mira con ojos
verdes que brillan entre trenzas negras.
El Flaco, en la puerta de su pieza, le entrega una
bolsa llena de llaveros, collares y lápices “Made in China”. Objetos que
levanta ensartados en un palo en un cruce del centro repleto de gente que
camina sin cesar.
La mirada ansiosa de Yuliana que, con Jonathan en
brazos y Kelly jugando a su lado, busca algo en sus manos vacías cuando él abre
la puerta.
El abrazo del Flaco en el estrecho local rebosante de
licuadoras, hornitos y secadoras. Los rostros sonrientes de Jota, Carepa y Pipe
que alzan vasos plenos de ron.
Un barco con arrumes de cajas cerca de una playa
donde esperan decenas de personas. Un fajo de dólares que sale de su bolsillo.
Kelly de blanco y Jonathan de negro en la iglesia
del barrio.
Los fríjoles, el arroz, las tajadas de plátano de
Yuliana.
Marisol que le sonríe, le pica el ojo y lo llama con
el dedo hacia su escote y hacia el apartamento nuevo.
El rostro granuloso y serio del comprador de
chaqueta de cuero que paga con decenas de billetes y luego le muestra una
identificación de policía.
el escritor colombiano Santiago Restrepo |
La cara de sorpresa del Flaco cuando le ponen las
esposas.
Las miradas de odio del Flaco, Jota, Carepa y Pipe
desde el banco de acusados hacia él, sentado entre dos fiscales.
La foto del Flaco en el periódico cuando sale
sonriente de los juzgados con su abogado.
Brazos que lo sujetan y lo meten a la fuerza al baúl
de un carro.
La casa vieja al borde de la carretera y al fondo el
agua de la cascada. La mano del Flaco que empuja su pecho.
El abismo profundo que termina en una mancha borrosa
de verdes y cafés.
Después un negro infinito.
Ahora, que abre los ojos, el blanco de las paredes
lo deslumbra. Reposa sobre una cama. Lo invade el pánico y trata de levantarse.
Pero el cuerpo le duele y no responde a sus órdenes.
Llora. Quiere una segunda oportunidad para rehacer su
vida.
A lo mejor el Flaco lo dio por muerto. Pero… ¿y si
lo está buscando?
La puerta del cuarto se abre.
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Cuento ganador en el Concurso de Cuento Generación –
EL COLOMBIANO 2012. Fue publicado originalmente en el Magazín Generación, el
suplemento dominical de ese periódico, el 14 de octubre de 2012.
Del autor:
“Escribir ficción es mi vocación” dice el escritor y antropólogo colombiano Santiago
Restrepo (1975). Antes de empezar a escribir, Restrepo estudió
diferentes disciplinas de las ciencias sociales e idiomas. Ha trabajado como
coordinador de relaciones internacionales, periodista y traductor. Vive en
Bogotá. (Escribir Ficción)
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