–por
John Montañez Cortez–
Foto ©Laura Morales Balza |
“Pido un trago de Caldas con Coca-Cola y desestimo
con un
gesto los improperios de Pichita Karina. Se pierde
algo más que una
apuesta cuando la pierna débil baila sola. ¡La
caballerosidad y los
huevos! –me grita–. No jugó mi zurda. Al menos no
pensé en la
jugada. La adversidad es una ejecución inapelable.”
Israel
Centeno
Lady in black – Según pasan los años
Sólo diez preguntas al autor de la excelente novela Bajo las hojas (Alfaguara, Caracas, 2010),
o del grupo de cuentos –su último libro– Según
pasan los años (Sudaquia Editores, New York, 2012), un autor cuyos escritos
ya han sido publicados en importantes editoriales, no serían suficientes.
Hoy por hoy, Israel Centeno –Caracas, 1958– es uno
de los principales narradores venezolanos y una de las voces más sugestivas en Latinoamérica.
En un artículo titulado Repaso a la narrativa de Israel Centeno –revista cultural
destiempos.com, octubre/noviembre 2009, año 4, número 22, México, D.F.–, el
profesor universitario, editor y escritor venezolano Valmore Muñoz Arteaga, no
pudo haberlo definido mejor; y cito: “En
la actual narrativa venezolana, la obra de Israel Centeno se asoma como una de
las más originales y más sólidas. Una obra que mezcla acertadamente géneros
narrativos aún menospreciados por la crítica como la novela negra y el
erotismo, uniéndolos en un ambiente de violencia y caos en donde los rasgos más
oscuros de la modernidad vienen torciendo el cuello al hombre, haciéndolo –ahora
más que nunca– un ser para la muerte. Quizás por eso se ha transformado, casi
unánimemente, en una referencia obligatoria entre los escritores más jóvenes de
una Venezuela devorada por el mismo caos que ella engendró”.
De muchos talentos, y con una capacidad creativa
asombrosa, Centeno es poeta, narrador, crítico, profesor, prestigioso editor
por muchos años, traductor y promotor de la literatura hispanoamericana.
Estudió Dramaturgia en la Escola d’Actors
de Barcelona, España. Ha representado a su país en eventos literarios
internacionales y ha sido premiado tanto en Venezuela como en España.
Foto © Andy Prisbylla |
Entre sus novelas podemos destacar Calletania (Monte Ávila, Caracas,1992,
Premio CONAC y reeditada en España en 2008 por la Editorial Periférica), Criaturas de la noche (Alfaguara
Venezuela, 2000) o Bengala (Norma
Venezuela, 2005). En 1996, la sucursal venezolana de la editorial Planeta
publicó en un solo volumen dos novelas, Hilo
de cometa y otras iniciaciones. Actualmente reside en la ciudad de
Pittsburgh, Pennsylvania, como escritor residente de City of Asylum.
Cervantes@MileHighCity ha tenido la oportunidad de entrevistarlo:
JMC: ¿Cómo definirías a Israel Centeno?
IC: Es difícil definirse uno mismo, siempre puedes
hacerlo mal, carecer de objetividad para ello. Fundamentalmente, soy un
escritor obsesionado por contar historias, por contarlas bien, cautivado por
las formas y las posibilidades estéticas para expresarse a través de la
palabra. He pasado toda mi vida muy terco, apegado a estos criterios de riesgo
y búsqueda estética, soy intranquilo en eso.
JMC: ¿Cómo surge Israel Centeno como escritor?
IC: Leía mucho, siempre, desde pequeño. Leía todo lo
que me caía en las manos, no solamente ficción. He leído tanto que me he
olvidado de muchas de las cosas que he leído, o ellas se han incorporado en esa
memoria compleja que pierde categorías al convertirse en bagaje. Están allí, a
veces abandonadas y de repente surgen como la gracia. Al leer me sentía
motivado a querer escribir mis cosas, pero en realidad luego de mi primera
juventud, inmersa en muchos conflictos y un viaje de año y medio a Europa, en
Barcelona (España) me di cuenta de que lo que quería hacer en la vida, o con mi
vida era escribir, involucrarme con el proceso, lectura, invención,
reinvención, deleite, trampas, todas esas cosas que van con uno cada vez que
uno se sienta frente a la pantalla en blanco o frente a algo en blanco a tratar
de llenarlo con tiempo, con movimiento y tiempo.
Foto: Editorial Periférica |
JMC: ¿Qué autores te han influenciado? ¿Qué leías?
IC: ¡Imagínate! Al principio leí los clásicos, en
esas ediciones baratas de Bruguera… me leí temprano los Diálogos de Platón,
mezclados con Los Poseídos y Crimen y Castigo de Dostoievski, y así, entrelacé
clásicos hasta llegar a la literatura contemporánea. Leí a los autores de lo
que llaman el boom latinoamericano.
Entre mis influencias o mis lecturas principales,
están El Proceso de Franz Kafka, Ulisses de James Joyce, La Mano junto al Muro, de Guillermo
Meneses, Jorge Luis Borges, Oswaldo Trejo, José Napoleón Oropeza, Renato
Rodríguez, Las Mil y una Noches, El
Quijote, Tirant lo Blanc, Juan Carlos
Onetti, Maupassant, Flaubert y la saga artúrica, Juan Marsé, José Donoso,
Teresa de La Parra, La Habana para un
Infante Difunto y Tres Tristes Tigres,
de Guillermo Cabrera Infante, Virginia Woolf, Joseph Conrad, Mario Vargas
Llosa, Octavio Paz, y todos los cuentos de Cortázar, sobre todo los de Bestiario, los contrasto frecuentemente
con el imaginario fantástico de Ednodio Quintero, otro gran narrador
latinoamericano. Debo puntualizar entre mis influencias que vienen de la poesía,
a T.S.Elliot, José Antonio Ramos Sucre, Andrés Eloy Blanco, Eugenio Montejo,
Rafael Cadenas, César Vallejo, John Woolworth, el poema clásico Gilgamesh, La Biblia, sobre todo los
libros sapienciales, las principales tragedias griegas… Safo, y bueno, la obra
de Shakespeare… es inútil, siento que a estas alturas de mi vida estoy dejando
de lado muchas lecturas importantes. Tómese esto como un intento ligero de
inventariar influencias.
JMC: Has trabajado muchos géneros. ¿Dónde te sientes
más cómodo a la hora de escribir?
IC: En la narrativa.
Foto: Ediciones Generales, Caracas |
JMC: Háblanos de tu experiencia como editor y
traductor.
IC: Es complicado. En cuanto a la edición, las
circunstancias tuvieron que ver más que la vocación. A estas alturas, creo que
uno debe dedicarse a una de las dos cosas, escribir o editar, porque
ambas podrían entrar en conflicto. Sin embargo, no pontifico al respecto, a
veces es necesario hacerlo y eso fue lo que sucedió conmigo, hay gente que
puede manejar y equilibrar las dos cosas. En cuanto a la traducción, llegué a
ella por la propuesta de mi editor en España, Julián Rodríguez Marco.
JMC: En una oportunidad Juan Rulfo dijo, “Los
problemas sociales se pueden plantear de una manera artística. Es difícil
evadir de una obra el problema social, porque surgen estados conflictivos, que
obligan al escritor a desarrollarlo”. ¿Piensas que esto, en parte, definiría tu
literatura?
IC: Nadie escapa de esta circunstancia. El escritor
pertenece a un momento, a un tiempo en particular. Sin ellos no existe ninguna
trascendencia. Los temas sociales son historia. Cómo podríamos narrar sin
historia? Sin embargo, no necesariamente estas cosas deben presentarse de
manera explícita, subrayada, panfletaria.
Foto por Israel Centeno |
JMC: ¿En tu opinión, que diferencias has encontrado
el ser un escritor latino en Estados Unidos a serlo en tu país?
IC: En mi país todo el mundo es latino, lo quiera o
no. Aquí formo parte de la primera “gran minoría”. Acá probablemente tendré que
vencer las barreras idiomáticas o encontrar la manera de colocar mi obra en el mundo
hispanohablante de los Estados Unidos, que es vasto. En mi país a veces el
problema radicaba, desde hace un tiempo, en estas exclusiones que no tienen que
ver con la raza o esas cosas, más bien tienes que luchar con el tema de la
exclusión por conciencia, por pensar diferente. Hay algo que en Venezuela no se
perdona hoy en día: la independencia de criterio. Sistemáticamente, desde el
poder, y a veces lamentablemente desde otros ángulos. Hemos ido ganando
conciencia de ghetto.
En Estados Unidos escribo mucho más consciente de mi
lengua, sus recursos formales y su capacidad para significar todo lo que deseo
contar, o expresar estéticamente. Escribo sabiendo que no tengo una editorial
esperando por mi trabajo, bueno, en Venezuela sucedía lo mismo, pero acá la
sensación pesa aún más. Escribo al contraste con otras lenguas y eso siempre es
bueno.
JMC: ¿Cómo definirías la realidad actual de la
literatura contemporánea latinoamericana? ¿Algún autor, o autores,
latinoamericanos que en tu opinión destacan en este ámbito?
Es una literatura mucho más libre, por ejemplo ya no
se tiene que escribir de tal cual manera, mostrar mundos maravillosos, o
descubrirnos a otro mundo, siempre más culto y atento. Me interesa lo que
escriben Horacio Castellanos Moya, Yuri Herrera y Edmundo Paz Soldán. Igual, podría
cada quien extender su lista, y aparecerá la pluralidad.
Alfaguara. ©2010, Editorial Santillana S.A. |
JMC: ¿Te atreverías a recomendar algún libro, o
escritor, en particular?
IC: ¿Venezolano? Me gustaría recomendar a algunos
autores venezolanos porque a veces se tiende a evadir este tema, con el
pretexto de que podríamos obviar a alguien y herir susceptibilidades. Y sí, eso
ocurre. Siempre cabe la posibilidad, en eso no tiene nada que ver la estima y el interés.
Sencillamente se escapan. El asunto es que hay que comenzar a nombrarnos, a
hacernos atractivos y señalarnos como algo existente, que no cabe en un rápido
inventario, asunto que invita a los investigadores a indagar en esta pluralidad
extensa y compleja. Como te decía, la literatura latinoamericana es diversa y
eso se refleja también en lo que se está haciendo en Venezuela. Voy a nombrar a
tres o cuatro y dejar abiertas las posibilidades para que cada quien busque en
ese territorio virgen y rico que podría resultar la literatura venezolana.
Contemporáneos: Rubi Guerra, tome al azar cualquiera de sus libros, nunca se
sentirá defraudado. Las novelas policiales de Eloi Yagûe, no pase por alto los
libros de Juan Carlos Méndez Guédez, particularmente el Libro de Esther y Tarde con
Campanas, no deje de leer sus cuentos. Oscar Marcano y Juan Carlos
Chirinos. Tenemos dos escritoras maravillosas, escandalosamente jóvenes y
geniales: Liliana Lara y Enza García Arreaza, creo que estas narradoras están
haciendo la diferencia al escribir, pero para no emitir más juicio de valor, me
voy con otra pequeña lista sin acotaciones: Fedosy Santaella, Roberto Echeto,
Héctor Torres, Rodrigo Blanco Calderón, Salvador Fleján, Eduardo Sánchez
Rugeles, Gustavo Valle, Keila Vall De La Ville y como dije, investigue, que
encontrará cosas buenas, una primera novela de José Urreola, el nombre de
Lesbia Quintero y muchos etcéteras. Detrás de estos autores, nombro con
bastante orgullo a Victoria de Estéfano, Silda Cordoliani, Ana Teresa Torres,
Antonieta Madrid, Milagros Mata Gil, Ednodio Quintero, José Napoleón Oropeza;
Eduardo Liendo y aquí aplica lo mismo: investigue sobre esta gran tradición que
cabalgamos y continuará agregando nombres. La lista terminará siendo larga y
controversial.
La literatura venezolana no es ni mejor ni peor que
ninguna otra, Es. Tiene una tradición. Falta ponerla en el mapa.
Foto: PopCityMedia.com, Pittsburgh |
JMC: Para terminar ¿Alguna anécdota jocosa, o
interesante, que quisieras compartir con nuestros lectores?
IC: No tengo anécdotas jocosas, he intentado
reinventarlas todas a través de la ficción. Además algunas de ellas son
divinamente privadas.
Muchas gracias Israel por esta valiosa oportunidad…
John Montañez Cortez - Febrero de 2013