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Saturday, September 28, 2013

Ni gaucho ni insufrible: Roberto Bolaño y la no ficción de Entre paréntesis



Roberto Bolaño, ensayista: Entre paréntesis


—por Gregory Zambrano—

Se cumplieron diez años de la muerte de Roberto Bolaño. En Chile, en México, en España, lo recordaron con una serie de eventos de índole académica y editorial; también fue una oportunidad para reconocer la enorme fuerza de su obra narrativa, poética y ensayística. Los lectores ya se cuentan por legiones en la lengua española, en inglés, francés, japonés y otros idiomas.

En el ámbito de la expresión ensayística, la obra de Bolaño tal vez sea la menos publicitada y ha circulado como corolario de sus novelas y cuentos.

Entre paréntesis reúne textos escritos entre 1998 y 2003. Recoge sus discursos, que el mismo autor consideraba como “insufribles”. Tres en total: “Derivas de la pesada”, sobre la literatura argentina; “Discurso en Caracas”, cuando recibió el Premio Rómulo Gallegos, y la tercera, sobre su propia condición trashumante: “Literatura y Exilio”. Me gustó una de sus conclusiones: “El trabajador no puede ni debe sentir nostalgia: sus manos son su patria”. Para él, que no tenía prurito nacionalista, el sentido de pertenencia tenía que ver más con el lugar de donde son sus hijos.

El libro también recoge una serie de artículos divulgados en periódicos (el Diari de Girona que los traducía al catalán y, principalmente, en Las últimas noticias, de Chile), donde se publicó su columna “Entre paréntesis”. Estos artículos, que se ocupan fundamentalmente de literatura, se publicaron durante poco más de un año y constituyen el apartado mayor del libro. Igualmente, se recogen algunas crónicas y notas críticas sobre literatura chilena, reunidas bajo el título de “Fragmentos de un regreso al país natal”. Las siguientes series se titulan sucesivamente “Escenarios”, “El bibliotecario valiente” y “Un narrador en la intimidad”. Cierra el libro una entrevista, famosa ya —tal vez por su fuerte dosis de acidez— que Mónica Maristain le hizo a Bolaño para la revista Playboy. El recorrido de estos textos, sus circunstancias y procedencia, aparecen perfectamente explicados por el editor, Ignacio Echevarría.

Leer a Bolaño en su prosa no ficcional es un verdadero placer; es como escuchar sus pláticas, de las que se recuperaron varias sobre todo entrevistas—, disponibles en Youtube. Lamentablemente, no son muchas.

El prologuista y compilador, Ignacio Echevarría, advierte que los textos recogidos en este libro representan una especie de biografía intelectual. Allí está el diálogo con algunos autores contemporáneos suyos, muchos de ellos sus propios amigos (Rodrigo Rey Rosa, Horacio Castellanos Moya, Juan Villoro, Javier Cercas, entre otros), también sus lecturas, la ironía persistente, su humor; la agudeza de sus intuiciones; a veces su autocrítica. Todo esto revela los detalles de su proceso creativo, sus búsquedas en el campo literario, pero también el desahogo humano entre contradicciones, incertidumbres y azares.

Roberto Bolaño. Photograph Julian Martin/AP
Entre paréntesis —Ensayos, artículos y discursos, 1998-2003, Barcelona, Anagrama (5ta. edición, 2011)— en un libro que va más allá de la crítica, y que una vez leído deja una sensación sumamente placentera, y no me parecería exagerado decir que luego invita a una relectura a saltos, como el código cortazarariano de Rayuela. Por demás un autor al que Bolaño leyó con devoción.

Si bien es cierto que la crítica es un oficio creativo no exentó de riesgos, el de Bolaño en este sentido es una fuente de iluminación: sus gustos, aficiones y caprichos de lector. El oficio de un escritor sin sosiego, la profesión de fe de un militante efusivo en este espinoso mundo de las letras. Como ya se advirtió, en la mayoría de los casos, los textos fueron recuperados principalmente de diarios y revistas. Cada uno en sus diversos alcances permite seguir de cerca las obsesiones de Roberto Bolaño, su profunda vocación de escritor y su compromiso con la obra propia como una trama, más que intelectual, vital.






Friday, September 27, 2013

CATCH-22 (1961) Joseph Heller - Brooklyn

cover designed by Paul Bacon
1 The Texan

It was love at first sight.

The first time Yossarian saw the chaplain he fell madly in love with him.

Yossarian was in the hospital with pain in his liver that fell just short of being jaundice. The doctors were puzzled by the fact that it wasn't quite jaundice. If it became jaundice they could treat it. If it didn't become jaundice and went away they could discharge him. But this just being short of jaundice all the time confused them.

Each morning they came around, three brisk and serious men with efficient mouths and inefficient eyes, accompanied by brisk and serious Nurse Duckett, one of the ward nurses who didn't like Yossarian. They read the chart at the foot of the bed and asked impatiently about the pain. They seemed irritated when he told them it was exactly the same.

"Still no movement?" the full colonel demanded.

The doctors exchanged a look when he shook his head.

"Give him another pill."

[...]



2004 Simon & Schuster Paperbacks, New York, NY. Copyright © 1955, 1961 by Joseph Heller




Sunday, September 15, 2013

The Premature Burial - Edgar Allan Poe (1809–1849) american autor, poet, editor


There are moments when, even to the sober eye of Reason, the world of our sad Humanity may assume the semblance of a Hell-but the imagination of man is no Carathis[1], to explore with impunity its every cavern. Alas! the grim legion of sepulchral terrors cannot be regarded as altogether fanciful-but, like the Demons in whose company Afrasiab[2] made his voyage down the Oxus, they must sleep, or they will devour us-they must be suffered to slumber, or we perish.


Así termina el cuento The Premature Burial del afamado autor, poeta, editor y crítico norteamericano Edgar Allan Poe.
El entierro prematuro es una historia corta de horror basada en el tema de “ser enterrado vivo”. Fue publicada en 1844 por el periódico The Philadelphia Dollar.

El miedo a ser enterrado vivo era común en esa época y Poe sacaba provecho de ese interés público. Este cuento ha tenido innumerables adaptaciones incluyendo el cine. El tema del entierro en vida se haya también presente, con variaciones, en los siguientes relatos de Poe: Berenice, La caída de la casa Usher y El barril de amontillado.


Ilustración para The Premature Burial
a cargo de Harry Clarke, 1919
La muerte —y los entierros— siempre fueron fuente de inspiración, sobre todo en sus relatos de horror, para el atormentado Poe. De hecho su obituario —y con errores— publicado por un diario de la época fue bastante simple para la estatura de uno de los escritores más admirados del mundo literario de todos los tiempos:

DEATH OF EDGAR A. POE -- We regret to learn that Edgar A. Poe, Esq., the distinguished American poet, scholar and critic, died in this city yesterday morning, after an illness of four or five days. This announcement, coming so sudden and unexpected, will cause poignant regret among all who admire genius, and have sympathies for the frailties too often attending it. Mr. Poe, we believe, was a native of this state, though reared by a foster father at Richmond, Va., where he lately spent some time on a visit. He was in the 38th year of his age.




[1] A character in “The History of the Caliph Vathek”, a Gothic novel written by William Thomas Beckford. It was composed in French in 1782.
[2] Afrasiab is a character from Firdowsi’s great Persian epic, “Shahnama” (The Epic of Kings), written around 1,000 AD. It is a remarkable work, containing 62 stories, 990 chapters, and 60,000 rhyming couplets, making it more than seven times the length of Homer’s Iliad.




Friday, September 6, 2013

El escritor y sus fantasmas - Ernesto Sabato (1911-2011) Argentina

—por Alberto Hernández—


1
A Ernesto Sabato le gustaban las entrevistas. No tanto porque apareciera en los diarios, sino porque le gustaba provocar el pensamiento de sus posibles lectores. Es decir, abría una puerta para inclinar balanzas y dejar que el peso de su opinión aportara voces y silencios. Sabato era un excelente polemista. Un hombre de respuestas. Su formación científica estaba presente en todas sus intervenciones.

En El escritor y sus fantasmas, un libro de fragmentos, ensayos cortos e ideas para discutir, el fallecido narrador argentino nos deja un lugar donde es posible discernir, estar de acuerdo o no con sus posturas, pero —en definitiva— es un libro para mover la inteligencia, sacar conclusiones, elaborar tesis, inventar y borrar emociones.

En la explicación que nuestro autor ofrece al comienzo, Sabato se pregunta: “¿Para quién escribo este libro?”. Y responde: “En primer término, para mí mismo, con el fin de aclarar vagas intuiciones sobre lo que hago en mi vida; luego, porque pienso que pueden ser útiles para muchachos que, como yo en mi tiempo, luchan por encontrarse, por saber si de verdad son escritores o no, para ayudarlos a responderse qué es eso de la ficción y cómo se elabora...”, y sigue respondiendo, de la manera más amable. No ha dejado, en todos estos años, de respondernos.


Ensayo escrito en 1963 
2
Con El escritor y sus fantasmas conservo un pecado que debo confesar hoy: fue mi primer robo. Sí, saber que el libro existía, que era referencia en mis estudios universitarios, pero que no estaba al alcance de mi bolsillo, me propuse que estuviese al de una de mis manos. Y así. Una tarde, maletín en mano, me convertí, como en la novela de Markus Zusak, en un ladrón de libros. Fue en una librería de Maracay. En Caracas no pude hacerle frente a este delirio porque me entró todo el terror del principiante. Cuando llegué a la casa con el producto de mi fechoría, abrí la obra de Ernesto Sabato y comencé a leerlo como él me pidió que lo hiciera, como un muchacho, como lo que era. Y desde esos días de la década de los setenta, lo leo. Siempre lo reviso, lo sobo, lo paseo por la casa, lo acaricio, le quito el polvo, le hablo. Él me habla. Sabato me habla, me aconseja. Yo no sé, finalmente, si me hice escritor. Pero sí estoy agradecido de ese señor casi centenario que acaba de arrancar hacia las estrellas. Sábato, a pesar de su sapiencia, me enseñó a ser amable, comedido en algunas cosas, pese a que la inteligencia, cuando se muestra toda, se torna arte de pedantería. Me refiero a la inteligencia de Sabato, pues la mía (¿dónde estará?) casi no se siente, es un préstamo de tantos amigos y no tan amigos, de conocidos y desconocidos a quienes les he robado ideas para poder sobrevivir, como muchas veces también ha confesado Enrique Vila-Matas. Con El escritor y sus fantasmas pasé al estadio superior del crimen organizado: practiqué lo que siempre planifiqué, robarme un libro sin que me descubrieran. Digo organizado con toda la impudicia del mundo porque me organicé muy bien para hacerlo, pero estaba demasiado solo, lo que hizo que madurara esta inclinación y me empujara a repetir la acción criminal, unas veces exitosa, otras fallida. Un día terminé frente a un policía que luego se echó a reír y hasta le pidió al librero que se quedara quieto. Se trataba de un policía extraño. Yo creo que había leído a Sabato o a Kafka. Y no me arrepiento de haberlo hecho porque con la lectura del cuerpo del delito he aprendido y he enseñado algo: he sido profesor en muchas aulas, de adolescentes y de universitarios. Y Sabato ha estado allí, con sus duendes, con sus monstruos, con sus pesadillas, con su pesadumbre y su pesimismo, con su incertidumbre y sus rasgaduras filosóficas.


3
Más adelante, el tomo nos entrega un “Interrogatorio preliminar” donde el autor recoge muchas de las preguntas que le han formulado periodistas y lectores. Preguntas que tienen, por supuesto, respuestas que han servido para darle cuerpo a las páginas que en este instante tengo abiertas sobre la mesa. Sabato responde con precisión. A veces con demasiada precisión. Es un hombre de ciencia entregado a la magia de la literatura. Es un sabio que no se sale de su espacio. No corrompe el lugar donde habla. Dignifica a quien oye. Lo construye con sus palabras.

Entre las tantas preguntas escojo la última con su respectiva reflexión:

—Usted que escribió que Borges es heresiarca del arrabal porteño, latinista del lunfardo, suma de infinitos bibliotecarios hipostáticos, ¿sabe quién es Ernesto Sabato?

—No del todo. He tratado de averiguarlo escribiendo algunas ficciones. En ellas mis amigos y mis enemigos tienen una buena cantera para averiguarlo.

Y, en efecto, lo he averiguado: Ernesto Sabato ha sido y es uno de los grandes escritores del siglo XX americano. Una de nuestras glorias civiles. Aunque a veces creo que no existió, que es una sombra de sus héroes, de sus tumbas abiertas, de sus exterminadores, de sus túneles oscuros. Nuestro fantasma personal. El ectoplasma de nuestra juventud.


4
La siguiente parte de este libro para “muchachos” habla de “Las letras y las artes en la crisis de nuestro tiempo”. En estas hojas el hombre es el sino de su angustia. Hombre y tiempo en medio de un caos que ya se ha instalado en nuestro espíritu. “La cosificación del hombre”, “La rebelión del hombre concreto”, “No crisis del arte, sino arte de la crisis”. Ensayos que hunden la daga en medio de dicotomías que han confundido a quien ya tiene algunos siglos sobre la tierra.

La parte final es una larga caminata por un tema que se repite, que se refleja en el agua, en el espejo, en el fondo de los ojos, en el alma del universo creador. Literatura, arte, cosmogonía, ciencia, personajes, corrientes literarias, la lectura y la escritura, dialéctica y sueños. Todo un compendio de emociones escrito en pocas líneas, como para que el lector se instale y no se despegue hasta cerrar la última página con el aliento de tantas ideas. De una idea multiplicada.

Desde aquel día de mi primer delito, desde aquella tarde frente a la fila de libros de diversas tapas y colores, me enfrento a éste de verde tapa elegante, de sobria presencia que la editorial Aguilar sembró en nuestros ojos de estudiantes. Se trata de la cuarta edición, la de mayo de 1971. La avenida Miranda de Maracay me ha sabido perdonar. Creo que el propietario del negocio también. La librería estaba en ese camino diario de mis andanzas de malogrado aspirante a morgues, consultorios y pabellones quirúrgicos. Me quedé con las letras, con la literatura, con la locura, con esta maravillosa genética que sigue vapuleándome. Gracias al maestro Ernesto Sabato. A él y a sus fantasmas, tan amables.