—Por Gregory Zambrano—
Yū Nagashima (1972) es un autor de prolífica obra y
de una curiosa identidad. Cambia de nombre de acuerdo al género que ejecuta: es
Kenko Nagashima cuando escribe haikus, Y Yū Nagashima cuando publica cuentos y
novelas, y Bourbon Kobayashi cuando comenta en revistas sobre la llamada
cultura pop: manga, anime y videojuegos. Es un joven curioso que ha dedicado su
vida a las exploraciones de todos estos lenguajes con notable éxito. Pero no
sólo se ha quedado ahí, edita él mismo su propia serie de manga. Desde niño se
aficionó a este mundo virtual y en sus historias se refleja esa especie de
reflejo especular entre el mundo real y el de los cómics que tanto produce Japón
y que cada vez se exportan más al mundo entero.
Los atajos de Yūko[1], fue la obra ganadora del Premio Kenzaburo Oe en
2007. Se publicó ese mismo año y es la primera obra de Yū Nagashima que se
traduce al español. Está dividida en siete partes que conforman una misma
historia secuencial: El ciclomotor de
Mizue; Los atajos de Yūko; La prenovia de Mikio; Las cajas de Asako; La Francia de Françoise; Mi
rostro y Nuestro París.
Aunque estos capítulos se publicaron por separado en
la prestigiosa revista Shincho entre
los años 2003 y 2004, la obra puede leerse como unidad en la medida en que los
personajes van desarrollándose linealmente y cada apartado supera su autonomía
relativa. También existe una versión de esta novela en manga.
Yū Nagashima at Japan 2005 MSX World |
Del narrador tampoco tenemos muchos detalles, sólo
que ha venido de lejos, es de mediana edad y que llegó buscando trabajo. Al
mismo tiempo que se convierte en dependiente, ocupa un pequeño lugar en el
segundo piso de la tienda, que sería su pequeño y precario hogar: "Me
limito a cumplir con mis obligaciones: tratar con los clientes y limpiar la
tienda. Tampoco aspiro a más, ya que el gerente no tiene la intención de
enseñarme el oficio", dice cuando trata de justificarse ante el lector.
Este habitante circunstancial de aquella tienda nos
dará en pequeños trazos cierta relación de los clientes ocasionales, que por lo
general nada compran, se fijan en algunas piezas, intercalan cualquier pregunta
y se marchan. A él le corresponde la tarea de anotar escrupulosamente las
características del visitante, describir sus movimientos, preguntas e
intereses.
El espacio cerrado es un espacio emblemático que nos
lleva a imaginar los anhelos o búsquedas de sus visitantes frecuentes y también
de sus vecinos: Mizue, una joven que frecuenta la tienda, tiene habilidades
para el diseño pero se niega a admitirlo y pareciera estar impulsada por una
necesidad incontrolable de regalar cosas. Yūko y Asako, un par de adolescentes quienes
viven con Yagi san, su abuelo, tras el divorcio y abandono inexplicable de sus
padres.
Las dos hermanas comparten sus obsesiones. La mayor,
Asako, es estudiante de Arte en la universidad; construye cajas y utiliza una
sierra eléctrica de manera perturbadora; Yūko, la menor, estudia en un
instituto vespertino, se escapa frecuentemente, retorna tarde a casa y tiene
una relación con uno de sus profesores. El narrador revela lentamente sus dos principales
secretos: un atajo que le permite salir de la estación por una zona no
transitada, en realidad prohibida, cuya distancia recorre consciente de la transgresión
y la segunda, cuando le revela al narrador su afición por el manga.
Esta afinidad la ha impulsado a prepararse para
asistir a un festival de cosplay a donde
quiere ir vestida con los atuendos de un monje sintoísta. Ella cree guardar
celosamente su secreto consciente de que "la gente suele creer que los aficionados
a los cómics y al cosplay son bichos
raros incapaces de tener relaciones amorosas en la vida real. Esto sucede sobre
todo con los otakus masculinos, pero
en el caso de las chicas, sobre todo si son guapas, nada impide que tengan
relaciones". Pero todos parecen conocer sus planes y la cuestionan:
"Esa Yū está todo el día leyendo mangas y disfrazándose de cosas
estrafalarias con sus amigos", como llegó a vociferar una vez el casero.
El narrador trata de establecer los nexos que unen a
las tres mujeres con el administrador de la tienda, Mikio, un cuarentón movido
principalmente por su afán mercantilista. Mikio tuvo en el pasado una
misteriosa relación con Françoise, una mujer del sudeste de Francia, quien
había vivido en Japón por casi veinte años. La mujer aparece en el presente del
relato con absoluta familiaridad y se comporta como si fuese una japonesa,
entre otras cosas, por su afición al sumo y su dominio del idioma japonés. Françoise
revela aspectos de la vida de Mikio y de la tienda, al mismo tiempo que establece
un nuevo tipo de vínculo entre los personajes. Finalmente es ella quien propicia
un cambio de espacio, cuando, motivada por la necesidad de tasar los objetos
pertenecientes a una herencia familiar, lleva a los protagonistas de la
historia a Francia.
(photo sport.freepage.de) |
Las acciones fluyen en la medida en que se van
configurando los avatares cotidianos de cada personaje. El narrador, de quien
nunca sabremos el nombre, va adecuando cada una de las situaciones del entorno
y con una minuciosidad a veces pasmosa, nos va relatando sus pequeños
hallazgos, su intento de penetrar en la psicología de los personajes y, sobre
todo, de asumir los actos de cada día como algo irremisible. Así como ignoramos
las razones de su llegada a ese barrio y su necesidad de trabajar —aunque
revela que posee una cantidad ahorrada que le permitiría vivir cómodamente—
también ignoramos los alcances de sus metas, cuando decide abandonar su trabajo
y desaparecer de las acciones. Tal vez movido por un impulso de solidaridad cede
su estrecho hogar a la joven pareja de Yūko y Sawada, su maestro, quien para
entonces es formalmente su marido. Lo encontramos luego de cuatro meses
uniéndose al grupo de personajes que se hallan en París, siguiendo la invitación
que les hiciera Françoise.
festival cosplay en Japón, 2008 (photo Chang Wen's blog) |
Encomiable esta labor de la editorial Quaterni de
dar a conocer nuevas voces de la literatura japonesa en traducciones directas,
para un público cada vez más ávido de novedades en nuestra lengua.
[1] Ficha técnica: Yū Nagashima, Los atajos de Yūko,
trad. de Isami Romero Hoshino, Madrid, Quaterni, 2013, 220 págs.