Monday, November 25, 2013

1st Americas Latino Festival 2013 - Boulder / Denver

—por John Montañez Cortez—

Ilustración de Pablo Bernasconi
I
La perseverancia es el secreto de todos los triunfos, escribió en una ocasión el gran poeta, dramaturgo y escritor romántico francés, Victor Hugo. Y es que el primer Festival Latino de las Américas estaba programado para septiembre de este año pero una de las peores inundaciones por lluvia arrasó muchas regiones del condado de Boulder, en Colorado, forzando a la cancelación del evento. Muchas de las compañías que habían prometido fondos se vieron forzadas a desviar sus apoyos financieros a otras necesidades más urgentes y obvias: operaciones de reconstrucción y ayuda a los damnificados.

Por fortuna, una vez más, la perseverancia desinteresada de muchos latinos, gente valiosa, ofrecieron su inestimable tiempo y talento —costeándose sus propios medios— para llevar a feliz término el primer Americas Latino Festival la semana pasada (16, 17 y 18 de noviembre de 2013).


II
El festival
La nieta de la desaparecida activista nacionalista puertorriqueña Lolita Lebrón, Irene Vilar, es la fundadora y directora de este encuentro histórico que tuvo como marco actividades en dos ciudades simultáneas: Boulder y Denver. Asistieron conferencistas, artistas, escritores, líderes comunitarios y ambientales y de los derechos de los inmigrantes, así como directores de cine (cortos) y comunicadores sociales que vinieron desde las más importantes ciudades de la unión americana, además de Argentina, España, México y Puerto Rico. El festival fue apoyado en parte por las alcaldías de las ciudades de Denver y Boulder —University of Colorado at Boulder, Boulder Public Library, McNichols Civic Center Building, etcétera—.

Foto: Diana Alejandra Montañez, 2013
Durante tres días el festival fue escaparate de una variedad de eventos para todas las edades, razas, niveles económicos e intereses. Los componentes de la programación estuvieron diseñados para reducir la brecha entre el mundo académico, la educación K-12, las artes, la política, los negocios y las comunidades. Presentadores invitados latinos —y no latinos— tuvieron la oportunidad de compartir sus notables conocimientos, en sus respectivos campos, compartiendo sus testimonios y algo aún más importante: el rol potencial que los artistas, científicos y académicos poseen para impactar y concientizar a los ciudadanos acerca del medio ambiente que los rodea, la sostenibilidad y la diversidad de los pueblos y los ecosistemas.

El virtuoso pianista venezolano Víctor Mestas
acompañado de la talentosa Sandra Wong
 Entre los participantes excepcionales habría que destacar la presencia de los ganadores del Premio Pulitzer, Junot Díaz y Sonia Nazario; la afamada novelista mexicana Laura Esquivel; el autor y presentador en PBS NewsHour Ray Suárez; el artista corporal Guillermo Gómez Peña; el pianista venezolano de clase mundial Víctor Mestas; el poeta y diplomático mexicano Homero Aridjis; la Dra. Paty Romero Lankao del National Center For Atmospheric Research; el artista y escritor argentino Pablo Bernasconi y las actuaciones de la cantante Heatherlyn y del actor y humorista Rick Najera.


Pablo Bernasconi
III
“Me robo el pasado de las historias”
Lo inverosímil de la apariencia es paradójica cuando se aplica al primer vistazo de la obra de Pablo Bernasconi. La blancura de las paredes del lobby del Canyon Theater, en la biblioteca pública de la ciudad de Boulder, hacían casi resplandecer los Finales de Bernasconi. Pausamos. Observamos con mínimo detalle. Intentamos desgranar las técnicas trabajadas quizá desde la tierra del tango y las pampas, desde Bariloche, Madrid ¿New York? Admiramos el arte. Imaginamos la grandeza del gestor de tanto talento artístico y creatividad. Luego vino la realidad, nos topamos con el artista y conocimos a Pablo así como es, un hombre sencillo, de tez afable y suave voz legible y muy argentina claro, más bien de poca estatura corporal pero grandeza en humildad y talento.

De El fin del Fin —Finales— aprendimos que Bernasconi tiene varios problemas: le aterran los pececitos de colores de las aguas caribeñas, no le gusta que se le peguen los dedos con la gotita, le da asco la leche y empieza cada libro leyendo primero el final. De ahí provienen las visiones y la creatividad de sus Finales (Editorial Edhasa, 2013, Buenos Aires), utilizando como materia prima novelas, ensayos y obras de teatro de la literatura universal, la cual cierra la trilogía de experimentos editoriales que comenzó con Retratos (“el Qué antes del Cómo”) y siguió con Bifocal (“la epopeya del cíclope miope”).

Pablo Bernasconi (1973), es un conocido escritor, ilustrador y diseñador gráfico porteño. Estudió en la Universidad de Buenos Aires, donde también ejerció como docente de Diseño por seis años. Comenzó como ilustrador en el diario Clarín en 1998. Ha trabajado para diferentes medios internacionales como The New York Times, The Wall Street Journal, The Times, Daily Telegraph y La Nación, entre otros. Ha publicado diez libros infantiles, entre los que destaca El capitán Arsenio, premiado como mejor libro infantil (Zena Sutherland Award).

Pablo Bernasconi en Boulder
Foto: Diana Alejandra Montañez, 2013

Estamos entonces obligados a terminar con un aforismo del propio Bernasconi:

“Me robo el pasado de las historias, y lo escondo para después. Así, les presento el futuro, y despierto el apetito. Como un trovador tramposo, como un fisgón adicto.”


Junot Díaz (Nina Subin/Penguin Group)
IV
“It takes more time to erase yourself than to be yourself.”
El super talentoso escritor dominicano Junot Díaz es otra cosa. Atrae masas. Tiene audiencia y él lo sabe, la utiliza, saca partido. El sábado por la noche, la biblioteca de Boulder estaba a reventar. Todos querían ver y escuchar al carismático autor de The Brief Wondrous Life of Oscar Wao (Riverhead Books, published by the Penguin Group, 2007, New York), hasta ahora considerada su obra maestra. Se veía alegría y entusiasmo en las caras de la gente, haciendo fila, para conocer a su autor favorito, darle la mano, tomarse la foto con él y conquistar el anhelado autógrafo.

“Muchas personas se impresionan al saber que la literatura no está entre mis primeras dos cosas favoritas” dijo Díaz cuando comenzó su presentación. Hablaba un inglés limpio, perfecto, inteligente y rico léxico mezclado con jergas de su New Jersey de crianza que inevitablemente contienen groserías, para deleite y absoluta atención de la embelesada audiencia.

Díaz en Boulder
Foto: Diana Alejandra Montañez, 2013
Primero leyó algo del escritor cubanoamericano Oscar Hijuelos, en homenaje a su reciente fallecimiento. Luego leyó unas páginas de su famoso libro The Brief Wondrous Life of Oscar Wao. La experiencia, lectura rítmica, modulación en un tono de voz justo, nos hicieron trasportar al set de la novela, al lado de los personajes, viviendo la película. La alucinante experiencia fue la antesala a lo que realmente le gusta a Díaz: ser portavoz de causas sociales y reivindicativas.

Durante la sesión de preguntas, es donde realmente se conoce al verdadero Junot Díaz. Más que el escritor exitoso, el profesor brillante, el ganador de muchos merecidos premios está el hombre sencillo e inteligente, el inmigrante dominicano que saltando toda clase de obstáculos personales, económicos y sociales supo superarse hasta lograr una carrera exitosa y próspera; como a Oscar: “un James Joyce dominicano cualquiera”. Su verbo explayaba racionamientos complejos y a la vez sencillos de entender por cualquier persona. Ese es su objetivo. Dar a conocer su mensaje de aliento y superación a la mayor cantidad de personas posible, en especial, a los más vulnerables, las minorías con carencias de toda índole.

Junot Díaz nació en la República Dominicana y creció en New Jersey. Es el autor de Drown, aclamada por la crítica; The Brief Wondrous Life of Oscar Wao, la cual ganó el Pulitzer Prize en 2008 y el National Book Critics Circle Award; y This Is How You Lose Her, seleccionado en el New York Times bestseller y finalista del National Book Award. Ha ganado un MacArthur “Genius” Fellowship, PEN/Malamud Award, Dayton Literary Peace Prize, Guggenheim Fellowship, y PEN/O. Henry Award. Se graduó en el Rutgers College, actualmente Díaz es editor de ficción en el Boston Review y es el Rudge and Nancy Allen Professor of Writing en el MIT (Massachusetts Institute of Technology). Es cofundador Voices of Our Nation Workshop, una organización norteamericana dedicada a impartir seminarios de escritura a los escritores de color.

No puedo finalizar sin transcribir un delicioso trozo de su novela, leída por su autor en esa fría noche sabatina de Boulder:

But no, she doesn’t say a word about eating more plátanos. Instead, she takes your right hand and guides you. Your mom is rough in all things but this time she is gentle. You did not think her capable of it.
Do you feel that? She asks in her too-familiar raspy voice.
At first all you feel is the heat of her and the density of the tissue, like a bread that never stopped rising. She kneads your fingers into her. You’re as close as you’ve ever been and your breathing is what you hear.
Don’t you feel that? She turns toward you.
Coño, muchacha, stop looking at me and feel.








Saturday, November 16, 2013

Beloved - Toni Morrison (1931 Lorain, Ohio)

©Timothy Greenfield-Sanders
124 WAS SPITEFUL. Full of a baby’s venom. The women in the house knew it and so did the children. For years each put up with the spite in his own way, but by 1873 Sethe and her daughter Denver were its only victims. The grandmother, Baby Suggs, was dead, and the sons, Howard and Burglar, had run away by the time they were thirteen years old—as soon as merely looking in a mirror shattered it (that was the signal for Burglar); as soon as two tiny hand prints appeared in the cake (that was it for Howard). Neither boy waited to see more; another kettleful of chickpeas smoking in a heap on the floor; soda crackers crumbled and strewn in a line next to the doorsill. Nor did they wait for one of the relief periods: the weeks, months even, when nothing was disturbed. No. Each one fled at once—the moment the house committed what was for him the one insult not to be borne or witnessed a second time.



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Beloved - Copyright © 1987, 2004 by Toni Morrison
Originally published by Alfred A. Knopf,
a division of Random House, Inc.,
New York, in 1987.




Saturday, November 9, 2013

Cavafy, de taberna en taberna

—por Alberto Hernández—

Photo: The Cavafy Archive
I
La noche tuerce el destino. Al trote del tiempo, la imagen de un borracho recostado de su último impulso. El horario de la muerte empuja hacia la madrugada. En Ítaca como en Maracay nos abruma un poema, nos arrastra con sus caballos enloquecidos por aceras y puentes derribados. Que no quede deidad bajo los cielos, cabría oírle a Emile Teste al hablar de Cavafy y otorgarle aquella hermosa imagen aún fresca sobre el friso de todas las ciudades: “místico sin dios”. La certeza no es casual. Un heleno multiplicador de mitos. Un heleno que yuxtapone voces, personajes, instancias, momentos, soledades. Sin dios. Místico. ¿Se trata de esconderse del misterio de los cielos o de buscar sin descanso al Alguien deseado? En definitiva, Dios siempre anda desnudo y más a los ojos de un poeta. Quien esgrime este atentado, esta lectura, sabe que le espera un verso, una puerta abierta donde la bohemia reúne todos los fantasmas.

“Debía ser la una de la madrugada, / o la una y media. / En un rincón de la taberna, / detrás de un tabique de madera. / Sólo nosotros dos, en el local totalmente vacío. / Lo iluminaba apenas una lámpara de petróleo. / A la puerta, cansado de tanto velar, dormía el camarero”.


II
La lumbre se agita contra el viento que entra y sale del lugar. El poeta, acosado por la viudez de las horas, intenta un balbuceo. La boca, cerrada al estrépito de una ventana rota, pronuncia un juego de sonidos: “A permanecer”. La frontera del país que lo aprisiona corre con los ruidos de la tierra. La soledad lo salva de la mirada de un ebrio que en el fondo de la taberna se responde preguntas. El plural de las líneas no es nada extraño en soledad: se vive con el yo. Se vive en dos estados de muerte: el yo y quien vive sabiéndose yo u otro.

“Nadie nos veía. Pero, de todos modos, / estábamos ya tan excitados / que no éramos capaces de cautelas. / / Semiabrimos nuestras ropas —no eran muchas, / pues ardía el divino mes de julio”.

Sin embargo llovía aquí en el trópico. Un solo poeta en la calle basta para saber cuán desolados vivimos. Un hombre amparado por sus cuadernos es suficiente para sabernos perdidos. En esta ciudad nadie resucita en medio de la madrugada. No obstante, el poeta sin dios entra y sale de los lugares prohibidos, sueña bajo el farol de una esquina. Atiende con amabilidad los duendes de sus zapatos y sabe decirle amor o puta a una mujer nocturna.

Era julio. Sigue siendo julio. O mejor, siempre es julio. Siempre es poesía. Una maldición.


Portrait of Cavafy taken around 1890
III
“Oh gozo de la carne por entre / ropas entreabiertas; / rápido desnudar de la carne: su imagen / ha atravesado veintiséis años y viene ahora / a permanecer en estos versos”. Carne prohibida. Carne del otro, concebida hasta el último sonido del poema.

Ya en la calle, el texto se bifurca, es otro. Y así, dos poemas, dos momentos, dos pecados. La taberna sigue en el mismo sitio y hasta se multiplica en el portal de otra que una cuadra más adelante se abre entre ventanas. Camina entre rostros. La hojarasca de un otoño imposible deja la lluvia de julio y revienta en olores.

“Su simpática cara, un tanto pálida; / sus ojos marrones, como ojerosos; / de veinticinco años, pero más bien aparenta veinte; / con algo de artista en el vestir / —algo en el color de la corbata, la forma del cuello—, camina por la calle a la ventura, / como hipnotizado aún por el placer prohibido, / el placer tan prohibido que acaba de obtener”.

¿Qué destino tenía en proyecto el hombre, el poeta miserable, el recóndito, el de los libros suministrados por los dioses que no están en su agenda de creencias? Mentira, nada se ha torcido. Es el mismo destino: el tiempo sabe mucho, suda bajo las manecillas del reloj, soporta el sonido perfecto de la maquinaria diminuta del tiempo. El poeta se mira los zapatos. La lluvia corre hecha forma por las sucias calles. Más allá del poema pensado, un asesino arrastra sus cuchillos. Trae la muerte en el filo de un puñal.

¿Qué puede hacer Platón ante un homicida? Cavafy escribe: “Aquí somos una mezcla: sirios, griegos, armenios, medos. / Y así es Remón. Sin embargo, ayer, cuando la luna / iluminaba su amoroso rostro, / nuestro pensamiento se remontó al Carmides de Platón”.

Una hoja de cuaderno empoemado se aleja del solitario. Piensa en la enfermedad de Clitos. La fiebre de Alejandría se ocupa de los vivos. Los muertos disfrutan del olvido.

El demonio ambula por esta ciudad. Un poeta entra y sale de una taberna. Maldice los relámpagos. Cambia de sitio en la calle. Regresa a sus asuntos sobre una mesa impregnada de vilezas y bondades.


Manuscrito del poema "Thermopyles"