Friday, August 22, 2014

La poesía de Milagro Haack: puertas para un resplandor


—por José Napoleón Oropeza—

Milagro Haack
foto:catherine haack
Cuando en el año 1991, Milagro Haack, nacida en Valencia, Venezuela, el 29 de noviembre de 1954, irrumpió en el escenario de la poesía venezolana contemporánea con un libro integrado por veintiséis poemas, reunidos bajo el título de Temple Ajeno, publicado por Editorial Amazonia, en el año 1990, sorprendió a los investigadores y estudiosos del panorama literario venezolano.

Emergía, con una voz propia, perfilando, en su propuesta, la indagación del ser interior, a través de la anunciación de un “viaje” cuyo itinerario estaría marcado por una voz, un susurro que registraba un diálogo permanente consigo misma:

“Todo
proviene de un pozo
con  el miedo y la soledad temible
uno junto a la otra
obligan a que nazca lo oscuro
al voltear hacia su origen

Helada angustia

bella por el reflejo que dejas
en la distancia
como vencida
cuando te acercas a mis pasos”

La anunciación del viaje hacia sí misma, nace de un “pozo” del cual se extraerán palabras e imágenes en el derrotero signado por un juego  fundamentado en el diálogo del yo de la poeta sostenido, a partir de Temple Ajeno, con “otra” misma, sumida en búsqueda de los espacios habitados en la infancia, paisaje y gozo inagotable, como inagotable sería, en otros momentos, la reinvención de temas e imágenes creados por grandes voces femeninas de la poesía como: Safo, Enriqueta Arvelo Larriva, Elizabeth Schön, Emily Dickinson, Anna Ajmátova, Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik, Hanni Ossott, Esdras Parra, entre otras figuras. Poéticas que han sido de gran soporte en la creación de nuestra poeta, quien no sólo se ha nutrido de estas voces sino, también, de las propuestas filosóficas de Platón, de Plotino, de Friedrich Nietzsche, en el “buceo” exegético de sistemas e ideas en torno a la problemática del ser y su existencia.

A través de su yo fragmentado, busca  registrar su origen, su partida y retorno a un impulso genésico. Cada verso, cada poema, se constituye en objeto de anunciación, tras una constante búsqueda de sí misma en el reflejo que deja la “otra”: ella misma (oteando en los versos de las voces femeninas dadoras de un pozo, cuyos versos o gotas extraídas del manantial creado por ellas, y que nuestra poeta reinventará en los suyos, o los fundirá ante el espejo) mientras rastrea detalles, puntos y trazos de lo que pudo haber sido el paso de la “otra”, ella misma ante sí, sin otra, sin novedades para registrar.

Sólo un cambio de “traje”, un vestido llevado, indistintamente, por una y otra.

La poeta se viste; se mira en el espejo; registra en el cuarto por donde anduvo la “otra”; revuelve las pertenencias de la ausente:

“Yo
pensé que era un arco
 íntimo
en dos cuerpos
que se dejaban llevar por el agua…”

con el poeta Eugenio Montejo
Entre sábanas, sueños, ambas entidades se funden en un solo cuerpo, sin importar que, tras el juego, todo quede reducido a cenizas, una de las imágenes recurrentes junto al agua, el cuarto donde ambas se miran y se intercambian sus mismas pertenencias. Un cuarto, un espejo para registrar ese diálogo, el espejeo continuo de una frente a la otra, divididas, buscándose. La que se queda para tratar de asir algún relámpago y la otra, aquélla que lleva un hilo mientras se interroga ante el espejo; una frente a otra reanudan el insondable el viaje hacia la interioridad, hacia la noche que apenas empieza:

“…esta noche
llévate ese hilo
amarrado
en mi boca”

Ese hilo lo entrega uno a la otra, frente al espejo. Quien decide proseguir el viaje anuncia, a su paso, otro hallazgo distinto en la doble interrogación, anuncio y partida, vuelta y retorno al cuarto, al espejo, la puerta antosta, la zona o pozo de relámpagos. El espacio se reduce a un cuarto. Se constituirá en infinito e insondable lugar, mínimo y solo, en la búsqueda de otra figura dibujada en el espejo: la niña, envuelta en su ternura. Prepara un traje para quien ha permanecido ante el espejo recogiendo frases, juntando reflejos, tratando de unir resplandores y relámpagos:

“…encontrando
al doblar las sábanas
su reflejo que no se ha movido
de la angosta puerta”

El hilo que una le entregó a la otra, tras la intención de enhebrar los registros de su “viaje”, sirve, al mismo tiempo, de arma para el escarceo, para el continuo juego de apariciones y desapariciones, como quien juega ante el espejo consigo mismo.

En Temple Ajeno el escarceo de voces y de espacios, en cada poema, constituye  el registro de puntos en el inicio de un tránsito insondable hacia la interioridad de un yo frente al espejo, a lo largo de viajes o indagaciones que surgen, en su poesía, como propuesta genésica, desde este libro, y se mantendría  en todas las indagaciones posteriores de esta gran poeta llamada Milagro Haack, tras la búsqueda de un absoluto nudo formal.

La poeta, inexplicablemente desconocida, o no estudiada con profundidad en los escenarios de la crítica literaria venezolana, a pesar de poseer una obra sólida, de impecable factura formal “al tejer abundantes nudos”, se erige como una de las creadoras más trascendentales en la historia de la poesía venezolana.







1 comment:

  1. Mis saludos y muchas gracias por esta hermosa publicación de un fragmento del escrito del Dr. José Napoleón Oropeza. Gracias muy de veras por el diseño, por publicarlo. Gracias, sencillamente gracias, muy agradecida

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