Johnson
estaba rememorando del modo en que lo hacen los viejos y me habían advertido de
que hablaría acerca de los cyborg -esas personas que cruzaron velozmente la
escena de los negocios a comienzos de este siglo XXI nuestro. Aun así, había
tomado una buena comida a su cargo y estaba listo para escuchar.
Y, como
sucedió, fue la primera palabra que salió de su boca.
—Los cyborg
—dijo— no estaban regulados en aquellos días. Hoy en día, su empleo está tan
controlado que nadie puede obtener ningún beneficio de ellos, pero hace un
tiempo... Uno de ellos hizo a esta compañía el negocio de diez mil millones de
dólares que ahora es. Yo lo elegí, ¿sabe?
—Me dijeron
que no duraron mucho —dije.
—No en esos
días. Se extinguieron. Cuando uno agrega microchips en puntos clave del sistema
nervioso, luego, en diez años a lo sumo, el cableado se funde, por así decirlo.
Luego se retiraron... —una pequeña laguna— conformes, ¿sabe?
—Me extraña
que alguien se sometiera a eso.
—Bueno, los
idealistas estaban horrorizados, por supuesto, y es por eso que llegó la
regulación, pero no fue tan malo para los cyborg. Solo ciertas personas podían
hacer uso de los microchips —cerca del ochenta por ciento de ellos eran
varones, por alguna razón— y, para el tiempo en que estuvieron activos,
vivieron vidas de magnates navieros. Después de eso, siempre recibieron el
mejor de los cuidados... no diferente del que recibían los atletas de primera línea,
después de todo; diez años de vida joven activa, y luego el retiro.
—Un cyborg
no-regulado podía influenciar las emociones de otras personas, ¿sabe?, si
estaban bien instalados los chips y tenían talento. Podían emitir juicios sobre
la base de lo que percibían en otras mentes y podían reforzar algunos de los
juicios que estaban haciendo los competidores, o despertarlos para bien de la
compañía local. No era injusto. Las otras compañías tenían a sus propios cyborg
haciendo lo mismo —suspiró—. Ahora, ese tipo de cosas es ilegal. Es una pena.
—Escuché
que esa ilegal colocación de chips sigue haciéndose -le dije, confidente.
Johnson gruñó.
—Sin
comentario —dijo, y lo dejé pasar—. Pero incluso hace treinta años —continuó—,
las cosas estaban todavía a la vista de todos. Nuestra compañía era solo un
punto insignificante en la economía global, pero habíamos localizados dos
cyborg que deseaban trabajar para nosotros.
—¿Dos?
Nunca antes escuché eso.
Johnson me
miró ladinamente.
—Sí,
nosotros lo arreglamos. No es ampliamente conocido en el mundo exterior, pero
devino en un reclutamiento inteligente y eso era ligeramente —sólo una pizca—
ilegal., incluso entonces. Por supuesto, no pudimos contratarlos a los dos.
Conseguir que dos cyborg trabajen juntos es imposible. Son como los grandes
maestros de ajedrez, supongo. Póngalos en la misma habitación y automáticamente
se desafiarán mutuamente. Competirían continuamente, cada uno intentando
influir y confutar al otro. No se detendrían —realmente no podrían— y se fundirían
el uno al otro en seis meses. Varias compañías lo averiguaron, a gran costo,
cuando los cyborg entraron en operación.
—Puedo
imaginarlo —murmuré.
—De modo
que ya que no podíamos tener a los dos, y solo a uno, queríamos al más
poderoso, obviamente, y eso solo podía ser determinado oponiendo el uno al
otro, sin permitir que se arruinaran. Me dieron a mí ese trabajo, y estaba
bastante claro que si escogía a uno que, al final, resultara inadecuado, también
sería mi final.
—¿Cómo lo
hizo, señor?
Sabía que
había tenido éxito, por supuesto. Una persona no puede convertirse en el
presidente del consejo de una firma de nivel mundial por nada.
—Tuve que
improvisar —dijo Johnson—. Primero, investigué a cada uno por separado. Los dos
eran conocidos por sus códigos, para decir la verdad. Es esos días, sus
verdaderas identidades tenían que estar ocultas. Un cyborg que se supiera que
era un cyborg era medio inútil. Ellos eran C-12 y F-71 en nuestros registros.
Ambos estaban al final de los veinte. C-12 no tenía compromisos; F-17 estaba
comprometido para casarse.
—Por
cierto. Los cyborg son humanos, y los cyborg masculinos son muy buscados por
las mujeres. Es seguro que serán ricos y, cuando se retiren, sus fortunas estarán
habitualmente bajo el control de sus esposas. Es un buen partido para una
joven... Entonces los puse juntos, con la novia de F-71. Deseaba ansiosamente
que ella fuera guapa, y lo era. Encontrarme con ella fue casi un impacto físico
para mí. Era la mujer más hermosa que hubiera visto jamás, alta, de ojos
oscuros, con una figura maravillosa, y apenas algo más que una insinuación de
ardiente sexualidad.
Johnson
pareció perderse en sus pensamientos por un momento, luego continuó.
—Le digo
que tuve la fuerte inclinación de ganar a la mujer para mí mismo pero no era
posible que cualquiera que tuviera un cyborg lo transfiriera a un simple
ejecutivo novel, que es lo que yo era en esos días. Transferirse ella misma a
otro cyborg sería otra cosa... y pude ver que C-12 estaba tan afectado como yo.
No le podía quitar los ojos de encima. De modo que permití que las cosas
evolucionaran para ver quién terminaba con la joven.
—¿Y quién
fue, señor? —pregunté.
—Llevó dos
días de intenso conflicto mental. Cada uno debía haber consumido un mes de sus
vidas laborales, pero la joven salió con C-12 como su nuevo novio.
—Ah,
entonces usted escogió a C-12 como el cyborg de la firma.
Johnson me
miró fijo con desdeño.
—¿Está
loco? No hice tal cosa. Elegí a F-71, por supuesto. Ubicamos a C-12 en una
pequeña subsidiaria nuestra. No sería bueno para nadie más, ya que le conocíamos,
¿sabe?
—Pero, ¿me
perdí de algo? Si F-71 perdió a su novia, y C-12 la ganó... seguramente C-12
era superior.
—¿Lo era?
Los cyborg no muestran emociones en casos como este; no emociones obvias. Es
necesario para los propósitos comerciales que los cyborg escondan su poder, de
modo que la cara de póquer es una necesidad profesional para ellos. Pero yo
estaba observando muy de cerca —mi propio trabajo estaba en riesgo— y, cuando
C-12 salió con la mujer, noté una pequeña sonrisa en los labios de F-71, y me
pareció que había un brillo de victoria en sus ojos.
—Pero perdió
a su novia.
—¿No se le
ocurre que quería perderla y que no sería fácil disimular su entrega? Tuvo que
trabajar sobre C-12 para que la quisiera, y sobre la mujer para que quisiera
ser querida... y lo hizo. Ganó.
Pensé sobre
el asunto.
—Pero, ¿cómo
pudo estar seguro? Si la mujer era tan guapa como dijo que era... si estaba
radiante de sexualidad, seguramente F-71 habría querido retenerla.
—Pero F-71
estaba haciendo que ella se viera deseable —dijo Johnson con tono grave—. Apuntó
a C-12, por supuesto, pero con tanta fuerza que el exceso fue suficiente para
afectarme drásticamente. Después de que todo pasara, y que C-12 se quedara con
ella, no estuve más bajo la influencia y pude ver que había algo duro y podrido
en ella... una especie de brillo egoísta y depredador en sus ojos. De modo que
escogí a F-71 inmediatamente y fue todo lo que podíamos desear. La firma está
ahora donde usted ve, y soy el presidente del consejo.
FIN
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