El premio
Nobel peruano Mario Vargas Llosa acaba de publicar en marzo de este año su más
reciente novela Cinco Esquinas (Alfaguara, 2016) y si bien
los críticos y lectores la esperaron con gran expectativa, se podría pensar que
los vericuetos amorosos del octogenario escritor y sus controvertidas declaraciones políticas habrían opacado
el lanzamiento de esta nueva novela. Pero no necesariamente. Lo opaco de la
novela se da por mérito propio.
La obra
consta de 314 páginas, 22 capítulos y la trama se ubica en el contexto político
de los años noventa, casi al final de la
dictadura de Alberto Fujimori (hoy condenado a 25 años de prisión) y su jefe de inteligencia, el gran mafioso, Vladimiro Montesinos (también entre rejas actualmente). La
historia pretende entrecruzar las vidas de dos parejas de la burguesía limeña:
el exitoso ingeniero minero Enrique Cárdenas y su esposa Marisa, el abogado
Luciano Casabellas y su esposa Chabela, las peripecias lumpen del editor del
pasquín farandulero Destapes, Rolando Garro y su fiel asistente la Retaquita. Personajes
secundarios en la historia son el fotógrafo de periodiquillo y un declamador de
poemas venido a menos después de pasar por la TV fungiendo de payaso tonto.
Los críticos no
se han puesto de acuerdo sobre el tema de la novela. La página web de ABC en español cuestiona si es realmente
un “mural de la sociedad peruana”; El Comercio (Perú) encuentra tres temas: erotismo, periodismo amarillo y corrupción.
Lima como una mujer que se autodestruye es el tema encontrado por El Economista
(Mexico); El Universo (Ecuador) nos dice que la novela es “un alegato a favor
de la libertad de prensa y una crítica al
periodismo amarillista”; lo mismo dice La Nación (Argentina). Para Hernando
Urriago, catedrático colombiano de Literatura, los temas son la extorsión y el
chantaje. Por último, El Universal (Venezuela)
coincide en presentar como temas la corrupción y el periodismo sensacionalista
y mercenario.
Al encontrar
tantas versiones sobre el tema de Cinco Esquinas, aunque
algunas parezcan inclusive similares, valdría la pena recordar que el tema en una obra literaria está relacionado al significado de la obra en cuestión (William
G. Leary). La pregunta que el lector se hace no es de qué trata la obra (argumento, línea de la historia, trama) sino cuál es su relevancia sobre determinados aspectos de la
experiencia humana. Aquí importa muchísimo detectar la visión del autor al desarrollar la trama que da vida al
tema. Según esto, creemos que el tema o temas, de MVLL en Cinco Esquinas
son los mismos que ya ha tratado antes en otras novelas más elaboradas: la relación/reacción entre individuo y contexto socio-político y el
erotismo transgresor.
El autor nos
sitúa un contexto socio-político
corrupto donde, a todos en la sociedad les cae la mierda activa o pasivamente.
Sin embargo, mientras que los más ricos
alteran su modo de vida marginalmente, para los pobres (que se convierten en
mercenarios) es un caso de vida o muerte. En el amén de la historia, es posible un final feliz, porque cambia el contexto
o porque se dan las respuestas correctas y esto hasta tiene premio, no por
actos heroicos basados en principios, pero sí por motivaciones egoístas. Los individuos se acomodan y la sociedad
(la vida) sigue su curso.
El otro
sub-tema vargallosiano es: la libertad/placer que se logra solo en los sectores
cultivados (el mundo de don Rigoberto). Este tema transcurre a lo largo de
la novela solo en el mundo de la burguesía hasta acabar en un a
ménage
à trois y un insinuado posible foursome. Si a esto le añadimos la
escena de Enrique en la cárcel masturbando a un robusto delincuente, de la cual sale airoso, sin
traumas mayores que lamentar una vez pasado el susto de experiencia carcelaria,
este sub-tema aparece corroborado y claro.
Me atrevería a admitir que el capítulo con mejor narrativa es el de la relación lesbiana por su manejo
sensualista, sin ser abrupto, inesperado al inicio, natural, romántico dejando
al lector con la curiosidad latente sobre esta relación entre amigas de toda la vida, casi hermanas. El autor no nos lleva
al complejo mundo sicológico de
esta relación, la muestra tal y como seda
entre la gente con cierta sofisticación erótoma con sus bondades,
ambivalencias y deseos.
La siguiente
pregunta es si el autor logró plasmar y desarrollar su visión eficientemente. y
cómo lo hizo. Aquí hay que seguir admirando la pluma ya domesticada del autor. La
novela es ligera y entretenida, pero es desbalanceada; fácil de leer, sin
causar angustias, pero inquieta al lector a saber un poco más.
Tiene el sello técnico vargallosiano del manejo de la estructura,
especialmente en el capítulo XX donde finamente se ponen juntos
todos los elementos esparcidos en la trama. Al final, la famosa pregunta de “¿cuándo se jodió el Perú?”, se cambia por: ¿quién mató a Rolando
Garro? Entonces el contexto socio-político se diluye y nos encontramos frente a
un misterio policial.
El mundo
burgués está mejor tratado presentando los
detalles de su modo de vida; sin
embargo, el mundillo de los protagonistas del barrio popular y en decadencia adolece de la falta de intimismo. En
todo caso, unos viven bien, los otros, lo de abajo, se desenvuelven en un mundo
sin placer: la Retaquita no tiene novio, el declamador pierde a su esposa por
una enfermedad terminal, el fotógrafo timorato vive angustiado por sus magros
ingresos. Ambos, mundos aparecen ciertamente simplificados al extremo casi
caricaturesco. El recurso sin embargo de entrelazar estos dos mundos es un
intento válido, si se pretendió responder
cómo el ambiente político
dictatorial y corrupto del fuji-montesinismo afectó a los diversos sectores sociales en a década de los noventa.
Cabe señalar que
al autor desaprovecho una magnífica
oportunidad de ficcionalizar ese contexto envolvente y nefasto en la historia
del Perú. Fujimori y Montesinos,
aparecen como pálidas sombras y en cuanto la
inseguridad y terror vividos por esa época, solo se hace referencia a lo mas
obvio: toque de queda que obliga que las amigas se queden a dormir juntas y
iniciar su encuentro lésbico
Cuando
Marisa, aturdida, saciada, sintió sin poder evitarlo, que se hundía en un sueño irresistible, lanzó a decirse que durante toda aquella extraordinaria
experiencia que acababa de ocurrir ni
ella ni Chabela —que parecía ahora también arrebatada por el sueño— habían cambiado una sola palabra. Cuando se
sumergía en un vacío sin fondo pensó de nuevo en el toque de queda y creyó oír una lejana explosión.
Por ahí, en este
mismo capítulo inicial, también se
menciona un secuestro que traumatizó a otra
familia burguesa, los apagones tan molestosos.
“…Tema
que obsesionaba a todos los hogares en aquellos días”.
El lector
no llega a respirar el contexto de guerra interna pleno de torturas,
espionajes, traiciones, ejecuciones, latrocinios, manipulaciones y desgaste
moral a nivel nacional que esta detrás de la vida de los personajes. Coincido, en este sentido plenamente
con la opinión del blog Lector Compulsivo que nos dice: “si Vargas Llosa
quiso crear una atmósfera de terror o miedo por la omnipotencia de Vladimiro
Montesinos…(y) los grupos terroristas (estos) aparecen como una pincelada de lo
que esta ocurriendo en la periferia de la vida de los involucrados”
Curiosamente toda esa información sí fue
ficcionalizada en El reino del espanto (Grijalbo, 2000) por su propio hijo Alvaro Vargas Llosa
con pocos méritos literarios pero con la crudeza y realismo basados en la investigación periodística.
No queda
claro el porqué de la aparición del declamador en la línea de la historia. Se podría especular muy tímidamente que este
obedece a la necesidad de MVLL de presentar como parte del contexto, el papel
jugado por la TV basura bastardeando la cultura y la persona humana. En tanto
que, por otro lado, el siempre temeroso fotógrafo del pasquín solo es un
recurso acertado para que el personaje de la Retaquita aparezca con mucha más fuerza y capacidad de decisión.
Una apurada
lectora me preguntó si valía la
pena posponer la lectura de esta obra frente a las novedades literarias que
aparecieron por esta época, entre ellas, Noches de Alfileres
de Santiago Roncagiolo. Me respuesta fue: si no eres una experta en las obras
de Vargas Llosa, no te preocupes de leerla ahora, no te pierdes nada. No seas
como los admiradores de Celia Cruz que iban a todos sus conciertos, porque
podría ser el último. Esto dicho a propósito de
lo expresado por un académico colombiano
que ve esta novela como una obra póstuma: escenas ligeras, ausencia de
ambiciones, repetición de temas (huachafería limeña, sexualidad transgresora,
individuo vs sistema), condensación estilística (técnica de los vasos comunicantes), en suma, una re-masterización del autor. Una especie de Frankenstein editorial,
según las palabras del profesor Hernando Zurriago.
(*) Autor de El
guerrero de la espuma y otras tantas despedidas (Pukiyari, 2014) disponible en Amazon,
Librería Allá en Santa Fe.
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