—por Alberto
Hernández—
1.-
Una larga historia nos recorre. Entre intimidades,
lechos, manos que se tocan, noches, insomnios. La vida. Y luego la muerte. Una
autopsia. El desvelo. Los intertítulos que le dan consistencia a “Bajo su piel tatuada”, la novela del sevillano Federico Relimpio
Astolfi, quien a través de una larga respiración nos relata la vida y los
sinsabores de quienes viven y tienen en la ausencia los límites para poder
afirmar o negar que tienen conciencia de ella.
Se trata de una novela en la que los personajes están
bien definidos. Una historia contada sin prisa, ovillada en su propia tensión:
quien habla sabe que el mundo no está quieto, que es posible establecer un
instante de concentración para saber que mañana, o en cualquier momento será el
registro de la partida.
2.-
Relimpio es médico y como tal tiene conocimiento de
lo que ocurre al final de su obra. Varios tiempos recurren a la realización de
una autopsia de la cual habrá de emerger un resultado. Que sea importante, no
importa. Lo relevante es la forma cómo el autor nos lleva hasta es e recinto
donde un cuerpo espera ser abierto. Espera ser conocido en su interior, espera
que alguna marca diga hasta dónde es posible admitir que la vida está allí,
acostada en una placa de metal. Que la existencia es renuente a cualquier
espera. Que no es posible no ser tallado por lo que ocurre a diario durante
tantos años.
¿Qué hay bajo la piel? ¿Qué metáfora esconde esta
historia? ¿Qué significa ser marcado, trazado, tatuado, identificado? La novela
es eso, muchas marcas, muchos hitos, no sólo bajo la piel, donde reposan los órganos
y la conciencia, sino también en la proyección de esa conciencia. El narrador
lo hace con elegancia, sin alejarse de su condición de observador, de testigo
que muy allá, en el fondo, podría parecer protagonista. Los verbos no atañen a
esta formulación en la que nuestro narrador se embarca.
Un cuerpo espera. El lector ha sabido hacerlo. La
lectura se hace lenta por la extensión, por la larga vida de quien respira
estas páginas y finalmente usa un escalpelo, un bisturí, una sierra para
encontrar el tatuaje, la marca, que de pronto no está, que de pronto se asoma,
que de pronto está y sólo es una premonición, como la misma muerte.
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